Grandes espigas doradas me rodean en un día muy luminoso, hay mucha gente a mi alrededor. Me tocan, me besan, me dan la enhorabuena…A mis pies se sitúan políticos, consejeros y directores generales que me ofrecen un buen trabajo, una buena casa y las mayores comodidades. Les pregunto: “¿Por qué?” Y su respuesta es: “Esta contribuyendo a evitar la despoblación en esta región y a dotar a la Comunidad de una persona que investigará o trabajará para mejorar el futuro de esta tierra”. Pero no soy la única que recibe regalos. Somos muchas mujeres con bebés en brazos las que caminamos, junto a nuestras parejas, por el trigal y a nuestro paso sólo nos encontramos con sonrisas y felicitaciones…Vaya! Suena el despertador. Era sólo un sueño. Es lo que tienen los embarazos que a una le da por soñar con cosas raras.
Cuando supe de mi embarazo me invadieron sensaciones contradictorias. A la felicidad se unió la incertidumbre por una situación económica complicada. Afortunadamente, mi pareja y yo tenemos trabajo, pero no es una garantía de estabilidad en estos tiempos que corren. Entre huelgas, reformas laborales y negociaciones sobre presupuestos, muy pocos se acuerdan de quienes se dedican, con un pequeño granito de arena, a contribuir a evitar la despoblación y a aportar mano de obra para que, en un futuro, se mantenga el sistema de prestaciones sociales. Más allá de los sentimientos y las emociones, la maternidad y paternidad también es eso, contribuir al crecimiento de la sociedad en la que vivimos.
Desgranar las ayudas que se reciben por traer nuevas personas a esta tierra, llamada Castilla y León, enmarcada dentro de España, sería un tanto triste sobre todo si nos comparamos con los países del norte de Europa. Las ayudas de la Comunidad y del Gobierno central se antojan insuficientes en muchos casos: el cheque-bebé tiene fecha de caducidad (que conste que no sé lo que es porque no lo recibí con mi primer hijo por sólo cinco meses y con el segundo tampoco voy a llegar por cuatro meses); las bajas por maternidad son insuficientes y contradictorias con las directrices que marca la OMS respecto a la alimentación infantil mediante lactancia materna; de las bajas por paternidad mejor no hablo porque, incluso antes de aumentar el permiso a cuatro semanas, se vuelve a quedar en dos por falta de presupuesto; respecto a la deducción de 100€ al mes hasta que los niños cumplen tres años ¿A partir de esa edad los niños no tienen que ir al colegio o a guarderías, no comen, no se visten…?, ¿Qué pasa con los hijos de madres que no trabajan?; las ayudas a guarderías tampoco llegan a todas las familias…Podría seguir así y completar líneas y líneas, sobre todo, si comparo Castilla y León y España con países donde el Estado del Bienestar es un verdadero Bienestar. Soy consciente, también, de la situación complicada en la que viven muchas mujeres que han decidido renunciar a su derecho a ser madre para evitar problemas en el trabajo. A otras nos miran con cara rara por decidir tener más de un hijo: “¿No tienes miedo a quedarte sin trabajo?”. No
Lo peor es que seguiremos oyendo a todos los partidos políticos que se intenta potenciar las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral y de apoyo a la maternidad y a la paternidad. Yo pido políticas reales en las que se apueste por las personas y no por las cuentas de resultados.
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