Sobre las palabras del alcalde de Valladolid a la Ministra Sanidad.
En los últimos meses hemos asistido a descalificaciones hacia mujeres con altas responsabilidades en el Gobierno y, en algún caso, también en la oposición. El posado de las Ministras del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en una famosa revista no sentó bien a muchos y fue un filón de duras críticas hacia estas mujeres ¿Hubiera sucedido lo mismo de haber sido hombres los protagonistas?. Lo mismo sucedió cuando una de las caras más conocidas de la oposición se decidió a posar en un suplemento dominical ¿Hubiera sucedido lo mismo de haber sido un hombre el protagonista?. Los últimos asaltos críticos nos llegaban desde fuera de nuestras fronteras cuando un medio impreso alemán presentó un artículo sobre, otra vez, las Ministras del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que no las dejaba en muy buen lugar.
Entre tanto se han alimentado estas críticas con intervenciones solapadas en contra de las mujeres que se han encargado de dirigir Ministerios y Consejerías y estas críticas no sólo se han centrado en su gestión sino en otros aspectos más livianos como su aspecto físico.
Pero el momento en el que se ha colmado el vaso de mi paciencia y la de muchas mujeres y otros tantos hombres ha sido con las palabras que el alcalde de Valladolid ha dirigido a la nueva Ministra de Sanidad e Igualdad de Oportunidades
Han sido un conjunto de palabras soeces, cargadas de muy mala baba y, desde luego que si su intención era salir en los medios de comunicación a nivel nacional, lo ha conseguido con creces. El alcalde vallisoletano ha tenido tantos o más minutos en televisión y en radio que la toma de posesión de la ofendida. Ya está bien. Podremos juzgar si quien accede a un cargo público, hombre o mujer, está capacitado o no para ello, pero lo que no tiene ninguna justificación es que hagamos valoraciones de su aspecto físico. Habitualmente de ellos (hombres) no se dice si son calvos o no, si la barba o la cara rasurada les queda bien o si el traje que usan es de hace quince temporadas. Nadie se preocupa de saber cuál es su gasto en ropa mientras que en el caso de las mujeres se analiza, lo que se gasta en bolsos, zapatos o si repite traje o no e incluso cómo lleva el pelo o a qué se debe un determinado cambio de imagen.
Lo más triste de todo es que las mujeres, cuando entran en política o dirigen grandes empresas, se ven sometidas a las críticas de unos ojos inquisidores más propios de la Edad Media que del siglo XXI. Queda mucho trabajo por hacer a favor de la igualdad que pasa, entre otras muchas cosas, por no juzgar a la mujer por su aspecto físico y sí por su capacidad de trabajo.
Lo que ha sucedido con el alcalde de Valladolid no es un caso aislado. Muchos periodistas, tertulianos y demás, han cargado y cargan sus tintas contra las mujeres con cargos públicos con mayor facilidad que hacia los hombres.
Y luego hay quien se pregunta si es necesario un Ministerio de Igualdad. Creo que no cabe ninguna duda, hay mucho trabajo por hacer.
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